Desde enero de 2018, 16 portuarios y 12 marinos han muerto por asfixia o explosiones en lugares cerrados o a causa de caídas tras desmayarse debido a la presencia de aire viciado. Esto representa un incremento impactante en la cantidad de muertes en espacios confinados, un peligro ocupacional conocido desde hace tiempo en la industria marítima.
Para poner estos datos recientes en perspectiva, ha habido un total de 145 muertes en los últimos 20 años y una alarmante cifra de 28 fallecimientos en los últimos 16 meses.
El masivo aumento en la cantidad de víctimas fatales es muy elocuente respecto de la insensibilidad de quienes dirigen hoy en día la industria marítima. Las empresas eligen ahorrarse un dólar antes que capacitar y equipar a sus trabajadores y trabajadoras para que realicen sus tareas en condiciones seguras en espacios confinados o invertir en desarrollar una cultura de seguridad a bordo de los buques en la que los trabajadores y trabajadoras tengan la libertad de tomarse el tiempo necesario para ventilar las bodegas de carga, asegurarse de que haya suficiente aire limpio o reclamar ante los riesgos a los que están expuestos.
Sabemos que los trabajadores y trabajadoras marítimos por lo general son conscientes de los riesgos que implica el ingreso a espacios confinados, pero quizá no estén al tanto de los detalles y de la dimensión de los diversos peligros que conlleva la exposición a productos forestales, carbón, mineral de hierro, granos, gases y otro tipo de cargas.
No basta con que un trabajador abra las escotillas durante 30 minutos y espere que todo salga bien, o que actúe por sí mismo de la mejor manera que pueda para protegerse. No basta con que los trabajadores y trabajadoras tomen todas las medidas de precaución a su alcance para que igualmente queden a veces sin suficiente protección ante la presencia de gases concentrados y la falta de oxígeno. Y, por supuesto, no basta con que los trabajadores queden librados a su suerte ante una industria inhumana y haciendo lo que los humanos siempre han hecho los unos por los otros: arriesgar sus propias vidas para salvar a los compañeros y compañeras que se desvanecen.
En noviembre del año pasado, dos trabajadores portuarios murieron mientras descargaban troncos de la bodega de un carguero en Montevideo, probablemente tras haber quedado expuestos inesperadamente a un pesticida sobre el que no se les había informado. Un miembro de la tripulación los vio en dificultades e ingresó a la bodega cubriéndose con una máscara, decidido a rescatarlos. Según se informó, durante el rescate se le salió la máscara y se desmayó, y terminó siendo trasladado al hospital con un cuadro de coma inducido. Un tercer trabajador requirió atención médica antes de que el trágico incidente concluyera.
Las navieras tienen la obligación de cuidar de sus tripulantes y de los trabajadores y trabajadoras portuarios que realizan las operaciones de movimiento de carga. La capacitación y los procedimientos no son opcionales. La negligencia de las navieras que ignoran los estándares en materia de procedimientos y ponen en peligro la vida de los trabajadores y trabajadoras debe ser sancionada con un castigo proporcional a la pérdida de vidas.
El Código Marítimo Internacional de Cargas Sólidas a Granel (IMSB, por la sigla en inglés) es la norma que rige el transporte de cargas a granel en todo el mundo. El Código IMSB:
- identifica y agrupa las cargas según el peligro que representan;
- brinda orientación para una manipulación segura; y
- establece procedimientos para la realización de pruebas.
La Sección Portuaria y la Sección de Gente de Mar de la ITF se reunirán en la Organización Marítima Internacional (OMI) para trabajar con las compañías navieras a fin de garantizar que las normas que rigen las operaciones en espacios confinados se apliquen y sean lo suficientemente firmes para proteger a todos los trabajadores y trabajadoras marítimos.
La Sección Portuaria de la ITF deplora a aquellos operadores que de forma rutinaria obligan a los trabajadores y trabajadoras a elegir entre arriesgar sus vidas o sus empleos. Continuamos luchando contra ellos y exigiendo que rindan cuentas.
Nos sumamos a nuestras compañeras y compañeros de Australia y Canadá y nos hacemos eco de sus reivindicaciones para que se apliquen las leyes de homicidio culposo en el ámbito industrial a aquellos empleadores que de forma deliberada socavan la seguridad y ponen en riesgo la vida de los trabajadores y trabajadoras.
¡Maten a un trabajador e irán a la cárcel!
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