A medida que se agravaba la pandemia de coronavirus, veíamos en las noticias de todo el mundo imágenes de supermercados con estantes vacíos, debido a las “compras por pánico”, que han provocado escasez de alimentos y medicinas.
El aumento de la demanda impulsado por quienes almacenan productos esenciales ha dejado patente a los millones de personas que acuden a las tiendas a buscar papel higiénico, paracetamol o pasta, la vulnerabilidad y la conmoción que el Covid-19 está provocando a las cadenas de suministro mundiales y a los trabajadores y las trabajadoras que deben mantenerlas durante esta crisis.
Nuestro trabajadores y trabajadoras sanitarios son héroes, pero hay muchos otros trabajadores y trabajadoras en primera línea. Proteger a los hombres y mujeres empleados en las cadenas de suministro, cuya labor es fundamental para derrotar al coronavirus, además de a los trabajadores de los servicios de emergencia de primera línea, debe ser una prioridad de los Gobiernos, para poder garantizar el suministro de productos médicos, alimenticios y otros productos básicos.
Los trabajadores y las trabajadoras agrícolas continúan laborando en condiciones vulnerables, para que no nos falten alimentos. Los trabajadores y las trabajadoras del transporte, incluida la gente de mar y los portuarios, velan por que los productos esenciales sigan circulando por todo el mundo. Los trabajadores y las trabajadoras que mantienen en funcionamiento los servicios públicos, permiten que los médicos y las enfermeras puedan trasladarse adonde se les necesite. Los repartidores de alimentos y de mercancías se han convertido en las arterias que nos entregan a domicilio los artículos de uso diario, y nos permiten mantenernos aislados a las familias y a los individuos. Lo mismo ocurre con los trabajadores y las trabajadoras de fábricas, almacenes, logística y tiendas de comestibles, en cada eslabón de la cadena.
La población de todo el mundo percibe hoy con claridad que estos trabajadores y trabajadoras son indispensables para responder a esta emergencia.
Esta semana, los sindicatos escribieron a los líderes del G20 reclamando una respuesta inclusiva a la pandemia Covid-19. Una respuesta que reconozca y actúe para proteger la salud, los ingresos y los puestos de trabajo del personal esencial para responder y, eventualmente, superar esta pandemia. Esta respuesta será también clave para estabilizar las economías y la recuperación económica real. Junto con el personal sanitario, los trabajadores y las trabajadoras de las cadenas de suministro y del transporte están arriesgando sus vidas para protegernos a todos.
Es necesario que los Gobiernos y los empleadores colaboren para identificar al personal afectado por esta crisis y adopten medidas para protegerlos. En concreto, proporcionar un aumento de su remuneración que refleje el riesgo de exposición al coronavirus que corren, y proteger los ingresos de aquellos cuyo volumen de trabajo ha disminuido como resultado de la crisis. Estas medidas deberían aplicarse independientemente de la situación contractual de los afectados. Los trabajadores de las empresas de microtareas y de otras formas de empleo atípicas deberían recibir de manera prioritaria apoyo a sus ingresos y medios de protección de su salud y seguridad: no se les puede dejar al final de la cola.
Es fundamental que se encuentren soluciones, en todos los niveles, mediante una auténtica acción colectiva entre los sindicatos, los Gobiernos, los empleadores y las instituciones.
Deben adoptarse medidas para garantizar el funcionamiento inmediato y la sostenibilidad a largo plazo de las cadenas de suministro, cuyo mantenimiento sería imposible sin una fuerza laboral. Es imperativo apoyar a los trabajadores y las trabajadoras para que hagan su trabajo; necesitan una remuneración genuina y que se respeten todos sus derechos fundamentales.
El mundo necesita que los trabajadores y las trabajadoras continúen transportando mercancías esenciales a través de las fronteras, y que las hagan llegar allí donde más se necesiten en cada momento. Es fundamental que a la gente de mar de todo el mundo se les concedan exenciones a la prohibición de viajar al subir o bajar de sus buques, a fin de mantener en funcionamiento las cadenas mundiales de suministro marítimas. También deben solucionarse los embotellamientos en las carreteras dentro de las fronteras nacionales e interestatales, que causan retrasos e interrupciones innecesarias en las cadenas de suministro.
Es imperativo que se proporcionen equipos de protección individual, que los productos médicos y de control de las infecciones lleguen a manos de quienes más los necesitan y que se establezcan disposiciones para apoyar y cuidar a las familias afectadas. Los trabajadores deben tener una voz activa en la gestión diaria de la salud y la seguridad: es preciso escucharles acerca de las mejores maneras de mantener a todos protegidos, a medida que día a día aumentan los riesgos en los lugares de trabajo.
Ahora más que nunca, necesitamos apoyar las inspecciones laborales, para procurar que se cumplan las normas de salud y seguridad, entre otras normas, así como los controles, protocolos y capacitación laborales.
Estamos viviendo un momento sin parangón: estamos comprobando el esfuerzo titánico que está realizando para sacarnos de esta crisis nuestro personal sanitario de primera línea y todo el elenco de apoyo a través de las cadenas de suministro. Quienes están en el poder tienen la responsabilidad de proporcionar a estos trabajadores y trabajadoras vitales para responder a la pandemia del Covid-19, las herramientas para hacer su trabajo, ya sea apoyando sus ingresos, dotándoles de equipos o garantizando su seguridad en el lugar de trabajo. Sólo podrán protegernos si nosotros les protegemos a ellos y a ellas.
El G20 se ha comprometido a aportar de 5 billones de dólares, un estímulo económico de proporciones sin precedentes. Este compromiso incluye un impulso masivo a la sanidad, la protección de los trabajadores, el empleo y la economía, y un compromiso de cooperación internacional en un momento en que el multilateralismo y la capacidad de enfrentar los desafíos mundiales estaba en declive. Para llevar a la práctica estas aspiraciones es fundamental el diálogo social con las empresas y los sindicatos, para diseñar y desplegar un apoyo vital.
No obstante, recordamos a las empresas que tienen el deber de respetar los derechos humanos, y que es su responsabilidad proteger la salud y la seguridad de los trabajadores y las trabajadoras de sus cadenas de suministro. Damos las gracias a las empresas que colaboran con los sindicatos para proteger a su fuerza laboral, los empleos y para mantener abiertas las cadenas de suministro, pero lanzamos un llamamiento a las que continúan buscando su propio beneficio, para que comprendan que también están en peligro.
Esta pandemia pone trágicamente de manifiesto la inhumanidad de un modelo de cadenas de suministro que explota despiadadamente a los trabajadores, en particular a las mujeres y los migrantes, mediante la denegación de los derechos humanos y laborales, la imposición de salarios de miseria y la precaridad laboral. Debemos salir de esta crisis con el compromiso de apoyar un nuevo modelo de prosperidad compartida y de trabajo decente para todos y para todas.
A medida que sorteamos la crisis, debemos aprender las lecciones que nos esta enseña, si queremos construir economías fuertes, sustentables y más equitativas. Un sistema económico fragmentado, con empleos informales y menguantes derechos laborales, no va a servir de solución en el futuro.
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