DECLARACIÓN DEL SECRETARIO GENERAL, STEPHEN COTTON | VIH/ SIDA | LA CRISIS DEL CAMBIO DE TRIPULACIONES
La Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF) y nuestra familia sindical mundial de afiliados representan a probablemente cientos de miles de los 37,9 millones de personas en el mundo que viven con el VIH o el sida.
Esas personas son nuestras madres, nuestros padres, nuestras hermanas, nuestros hermanos, nuestros hijos e hijas, nuestros compañeros de trabajo. Ellos somos nosotros.
En 2020 llevamos ya un largo camino recorrido en casi todo el mundo en la reducción del estigma y la vergüenza asociados con esa enfermedad, que, si no se trata, puede cobrar demasiado pronto la vida de nuestros seres queridos. Todavía hoy afecta de por vida a muchas personas perjudicando su salud y obligándoles a hacer frente a elevadas facturas médicas.
Quiero enviar un mensaje a todos aquellos trabajadores del transporte seropositivos, que conducen nuestros autobuses, expenden billetes en nuestros trenes, pilotean nuestros navíos, operan nuestras grúas portuarias, limpian nuestros aviones, o pescan para nosotros: nuestra solidaridad para con ustedes es inquebrantable.
No digo esto solo porque el lema de este año del Día Mundial del Sida es “Solidaridad mundial, responsabilidad compartida”, sino porque la solidaridad, la verdadera solidaridad –que se manifiesta a través de nuestros actos y nuestras acciones–, es un valor sindical fundamental. Es lo que nos hace fuertes, afables e invencibles.
Quiero decir a esos trabajadores del transporte –aquellos que luchan para obtener los medicamentos que precisan, para recibir tratamiento, que deben continuar ocultando su condición a sus supervisores o a sus amigos, que saben que probablemente van a morir antes que la persona con la que pensaron que iban a envejecer, que se han creído la mentira de que se merecen su destino– que nuestra solidaridad para con ustedes es inquebrantable.
Valoramos su contribución al mundo, independientemente de cuán grande o pequeña crean ustedes que es. Ustedes trabajan en el transporte. Mantienen al mundo en movimiento. Sin ustedes, nada puede avanzar.
Queda mucho por hacer para garantizar que todos los trabajadores del transporte puedan acceder de manera gratuita y equitativa a la atención sanitaria de calidad y la dignidad social que precisan para vivir una vida prolongada, feliz y saludable.
Parte de la labor más urgente que debe realizarse es en solidaridad con la gente de mar seropositiva que en este momento enfrenta una crisis por partida doble. La crisis del cambio de tripulaciones, en la que las restricciones de cuarentena han llevado a los Gobiernos a cerrar las fronteras y prohibir a la gente de mar bajar a tierra, ha derivado en una crisis para los marinos con el VIH, que se ven imposibilitados para acceder a los medicamentos y tratamientos que precisan para estar sanos y, en muchos casos, para seguir con vida.
Los problemas de la gente de mar seropositiva para conseguir medicamentos a raíz de la pandemia
La industria naviera mundial se sostiene gracias a su mano de obra, la gente de mar procedente de todas partes del mundo. Casi dos millones de personas operan los 65 000 buques que garantizan el funcionamiento de las cadenas de suministro mundiales. De hecho, la gente de mar transporta el 90 por ciento de lo que vestimos, compramos, conducimos y comemos... En definitiva, de todo. Y justo antes de la pandemia, entre la gente de mar se encontraban los más de 300 000 marinos que trabajaban en la sumamente diversa industria de cruceros.
Entre esa mano de obra mundial había gente de mar de todos los países, incluida gente de mar filipina, china, india, indonesia, rusa, ucraniana, samoana, británica, ítaloamericana y noruega. Se trata de un grupo cosmopolita, que realiza trabajos especializados en entornos que pueden ser difíciles y de mucha presión, tanto desde el punto de vista físico como mental.
Las semanas laborales de la gente de mar, de seis o siete días, solían verse interrumpidas por períodos cortos de permisos para bajar a tierra. Cabe señalar que el estereotipo histórico de los marineros reprimidos que utilizaban las escasas oportunidades que tenían en tierra para vivir aventuras sexuales desenfrenadas con las lugareñas es anticuado a la par que bastante ofensivo para caracterizar a los profesionales de la industria marítima de hoy día. No obstante, al igual que muchos otros trabajadores del transporte que cruzan fronteras nacionales por motivos laborales, la tasa de infección de VIH entre la gente de mar es relativamente elevada. Es preciso realizar una mayor investigación a fin de determinar el motivo de dicha situación, pero, según parece, un factor serían las diferencias actitudinales en distintas culturas ante el uso de medios de prevención, tales como los preservativos. El acceso a esos productos cuando se precisan, si se desea usarlos, también es un problema.
En algunos países, la profilaxis preexposición (PrEP) se encuentra disponible actualmente y está subvencionada por los sistemas sanitarios nacionales o los seguros privados. La medicación puede ser sumamente eficaz para reducir el riesgo de infección de VIH, pero su obtención sin receta médica puede resultar difícil. Ello supone que a menudo se exija presentar una receta, pero obtener recetas válidas a escala internacional no siempre es una opción.
Para aquellos marinos que se contagian, en 2020 ser seropositivo no es una sentencia de muerte. La medicina moderna nos ha brindado los medicamentos y el apoyo que hacen posible que quienes son seropositivos puedan llevar una vida prolongada y relativamente saludable. La medicación posterior a la exposición puede incluso suprimir la posibilidad de contagio del virus, lo cual supone que prácticamente se elimina riesgo de contagiar a futuros/as compañeros/as sexuales. Eso acaba con parte de la culpa y la vergüenza relacionadas históricamente con el virus. La vergüenza que ha impedido que algunas personas enfrentaran su afección y el peligro que ésta representaba para su salud.
A pesar de esos avances en el tratamiento, sigue habiendo un estigma social en algunas comunidades y un prejuicio en la mente de algunas personas. Entiendo a aquellos trabajadores que prefieren no revelar su condición a su empleador o a sus compañeros de trabajo a menos que sea absolutamente necesario. Pero no revelar su estado a bordo puede ser difícil y estresante para la gente de mar que vive con el VIH y el sida. Hay poca privacidad a bordo, en lo que, de hecho, se convierte un hogar flotante durante varios meses.
Incluso antes de la pandemia, el acceso de la gente de mar a los medicamentos para el VIH era difícil e irregular. Los medicamentos antirretrovirales para controlar las cargas virales de las personas seropositivas son imposibles de obtener sin receta en algunos países, o están totalmente prohibidos por algunos Gobiernos. Mala suerte si se le agotaron las reservas poco antes de atracar en esos lugares.
En 2020, ese problema es cada vez peor. En respuesta al COVID-19, la mayoría de los Gobiernos del mundo cerraron sus fronteras, incluso a la gente de mar que trabaja a bordo de los buques. Durante la crisis del cambio de tripulaciones que comenzó en marzo, unos 400 000 marinos se vieron atrapados a bordo de navíos en distintas partes del mundo, sin poder regresar a su país una vez terminados sus contratos. El cierre de las fronteras y la denegación del permiso para bajar a tierra están, sin duda, complicando aún más las cosas (y volviéndolas potencialmente peligrosas) para la gente de mar que vive con el VIH. En una encuesta realizada recientemente a la gente de mar atrapada en la crisis del cambio de tripulaciones, casi un tercio de los encuestados afirmó padecer afecciones médicas para las que precisaba un tratamiento que no estaba recibiendo.
El VIH ataca el sistema inmunitario de las personas: destruye y perjudica la función de las células inmunes, lo cual hace a las personas seropositivas más vulnerables a las infecciones y a algunos tipos de cáncer. Incluso con medicación, no brindar a los marinos seropositivos la atención que requieren para las cuestiones más nimias puede tener serias repercusiones para su salud a largo plazo.
A lo largo de esta pandemia, los Gobiernos han actuado a menudo de forma vergonzosa cerrando sus fronteras y bloqueando el acceso al tratamiento médico a esta mano de obra clave, sin importar las repercusiones sanitarias que ello conlleva para su salud. Algunos Gobiernos obligaron a buques con tripulaciones contagiadas a que se hicieran nuevamente a la mar. Otros impidieron que personas que habian sufrido una embolia desembarcaran para recibir tratamiento en tierra. Si bien llevamos ocho meses viviendo con el COVID-19, la mayoría de los países continúan denegando el permiso para bajar a tierra, imposibilitando así a la gente de mar seropositiva reaprovisionarse discretamente de antirretrovirales u obtener otras recetas.
A pesar del sacrificio de la gente de mar, los Gobiernos siguen permitiendo de buen grado la entrada de las mercancías que la gente de mar del mundo entrega día a día. Se permite el desembarco de las “mercancías esenciales”, pero no el desembarco de los “trabajadores esenciales” que las llevan. Estoy seguro de que a la gente de mar que vive con el VIH y que en este momento no puede bajar a tierra para obtener medicamentos no se le escapa la trágica ironía de que son ellos mismos quienes en los próximos meses entregarán en esas mismas tierras los EPP, los suministros médicos, e incluso posiblemente algunas de las vacunas contra el COVID-19, de la misma forma que han entregado diligentemente otros suministros sanitarios a lo largo de esta pandemia.
En medio de las sombras que la pandemia ha arrojado sobre la gente de mar que vive con el VIH, hay algunos rayos de luz. Me gustaría compartir un par de ellos con ustedes.
En 2017, la ITF y AMOSUP, nuestro sindicato afiliado filipino de gente de mar, apoyaron el lanzamiento de la primera red de autoayuda y apoyo a la gente de mar seropositiva, que lleva el nombre dePositibong Marino Philippines. La red proporciona apoyo, defensa, recursos y educación a la gente de mar seropositiva y a la comunidad en general. Es de vital importancia ayudar a la gente de mar seropositiva a entender sus derechos, incluida la libertad de no ser discriminados por sus empleadores debido a su estado serológico.
Positibong lleva tres años marchando viento en popa, y me siento sumamente orgulloso de lo que han logrado.
También me enorgullece que la ITF haya creado la aplicación Seafarers Wellbeing para dispositivos iOS y Android, a fin de que la gente de mar pueda acceder a más información sobre el VIH y encontrar formas de obtener apoyo, por ejemplo a través de Positibong, y del Coordinador de Bienestar de la ITF, que ayuda a la gente de mar a obtener acceso al tratamiento y la ayuda que precisen, dondequiera que estén.
Si usted es marino, está leyendo esto y es una de las cientos de miles de personas que aún están atrapadas trabajando a bordo de buques, por favor, póngase en contacto a través de las vías de apoyo disponibles. La ITF, nuestros afiliados sindicales y nuestros socios quieren ayudarle a encontrar la forma de atender sus necesidades sanitarias durante esta crisis del cambio de tripulaciones. No está solo.
Defender los derechos de los trabajadores del transporte seropositivos es una responsabilidad sindical
Como sindicalistas, entendemos los conceptos de equidad y justicia. Por ese motivo nos afiliamos a sindicatos y participamos en ellos. Queremos ser tratados con equidad y justicia, y creemos que nuestros compañeros de trabajo merecen lo mismo.
Pero para obtener esa equidad y justicia es necesario que todos reconozcamos nuestra responsabilidad común cuando llega el momento de luchar por lo que es justo. Exigir un salario digno. Negarse a trabajar en condiciones poco seguras. Exigir un trato igualitario para nuestros compañeros de trabajo. Y cuando llega ese momento (el de ir a la huelga, enfrentar a un acosador, defender a nuestros hermanos y hermanas) nos hallamos en el punto de inflexión.
Y, por tanto, este también es un momento decisivo para el movimiento sindical. Hoy reitero el llamamiento que la ITF lleva haciendo desde hace tiempo a todos los sindicatos para que sean valientes y fuertes, y para que actúen:
- Plantear como cuestión prioritaria ante las autoridades gubernamentales y sanitarias de su país la crisis del cambio de tripulaciones y el acceso de la gente de mar a los medicamentos y el tratamiento para el VIH;
- Señalar a sus Gobiernos que el VIH y el trato igualitario a aquellas personas que viven con él es una cuestión vinculada al lugar de trabajo, incluido el acceso a los medicamentos a través de la cobertura sanitaria del lugar de trabajo;
- Elaborar políticas relativas al lugar de trabajo y programas de sensibilización, educación y tratamiento del VIH/sida, conjuntamente con los empleadores e interlocutores sociales para mejorar la vida de los trabajadores del transporte seropositivos;
- Apoyar y alentar a sus Gobiernos a que respalden las iniciativas para reducir la tasa de nuevos contagios, por ejemplo, ofreciendo de manera gratuita y accesible productos de salud sexual, como preservativos, y servicios de tratamiento;
- Exigir la subvención de medicamentos preventivos para el VIH, tales como los medicamentos de PrEP y los medicamentos de profilaxis posterior a la exposición para tratar el virus en las personas seropositivas;
- Educar a los miembros de sus sindicatos sobre la realidad actual del VIH: cómo se transmite, cómo se obtiene tratamiento y ayuda, y cómo las personas seropositivas pueden llevar una vida prolongada y relativamente saludable con la medicación y el apoyo adecuados;
- Afrontar el estigma y la discriminación relacionados con el VIH y el sida en los sectores donde ustedes organizan a trabajadores/as, entre los/as miembros de sus sindicatos y en la comunidad. Un ataque contra uno es un ataque contra todos; interiorícenlo.
- Escuchen a los miembros seropositivos de sus sindicatos. ¿Qué necesitan? ¿Qué desafíos enfrentan a nivel práctico y social, en el trabajo o en su vida? Luego actúen para ayudarlos a abordar esos problemas, juntos.
En este Día Mundial del Sida renovemos nuestro compromiso para actuar en apoyo de nuestras hermanas y hermanos seropositivos y de otros miembros de esta poderosa familia sindical mundial. Mostremos solidaridad, verdadera solidaridad, actuando.
Su batalla es nuestra batalla. Su lucha es nuestra lucha.
Juntos, nuestra solidaridad es inquebrantable.
Stephen Cotton
Secretario general de la ITF
1 de diciembre de 2020
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