En agosto, el remolcador de bandera panameña Diavlos Force zarpó de El Pireo (Grecia) con el encargo de transportar un casco desde unos astilleros rumanos, en el mar Negro, hasta Noruega. Mientras se realizaba la travesía, los familiares de los tripulantes del buque alertaron a los inspectores de la ITF en Noruega de que la tripulación a bordo llevaba meses sin recibir los salarios acordados.
Syver Grepstad, el nuevo inspector de la ITF en Bergen, comenzó a trabajar en el caso.
“Para investigar la situación, establecimos comunicación directa con los tripulantes, que procedían de Grecia, Rusia, Filipinas, la India e Indonesia”, explica.
“Nos informaron que el remolcador llegaría a Noruega a principios de septiembre y que no habían pagado a la tripulación durante un total de seis meses. Algunos tripulantes se habían enrolado en junio de 2019 y llevaban a bordo casi 15 meses”.
Los inspectores que llevaban el caso alertaron a la Autoridad Marítima Noruega (control del Estado rector del puerto) sobre esta grave infracción de las normas del Convenio sobre el Trabajo Marítimo. A su llegada al país, los representantes de la ITF y de la Autoridad Marítima Noruega los esperaban en el muelle. El control del Estado rector del puerto ordenó la inmovilización del Diavlos Force por impagos salariales por valor de 238 036 dólares estadounidenses.
Las siguientes semanas fueron agitadas para los inspectores. Solicitaron el embargo del buque en nombre de la tripulación, en el caso de que los salarios impagados tuvieran que financiarse a través de la liberación o la venta de la embarcación. Mientras tanto, los inspectores presionaron para que el armador pagara y repatriara a la tripulación.
El armador griego informó a los tripulantes que podrían regresar a casa si renunciaban a todas sus reclamaciones salariales, algo que los tripulantes, como bien les habían aconsejado, rechazaron. Aunque el propietario aseguraba tener intención de pagar a la tripulación, el dinero del reciente contrato por la travesía de Rumanía a Noruega jamás llegó a sus bolsillos.
“La situación a bordo se estaba volviendo cada vez más desesperada”, explica Grepstad, “ya que el remolcador empezaba a quedarse sin combustible ni provisiones”.
Una vez más, el propietario prometió solucionar la situación, pero nada cambió.
El armador abandonó el Diavlos Force con seis meses de salarios pendientes, sin apenas combustible y sin planes de repatriación. La ITF se puso en contacto con P&I Club, la compañía aseguradora del remolcador, y logró encontrar una solución.
Menos de cuatro semanas después de llegar a la costa noruega, los tripulantes estaban por fin de camino a casa. También recuperaron cuatro meses de sus salarios (139 475 dólares), que se transfirieron a sus cuentas bancarias.
De vuelta en Noruega, Syver Grepstad señala que los inspectores continuarán con el procedimiento para materializar el valor económico del barco.
“Si el propietario no puede pagar el resto de la reclamación salarial, el barco será vendido y la tripulación puede esperar recibir más de sus salarios. No dejaremos de luchar por ellos”, declaró.
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